Un segundo de ira que enlutecerá por siempre a su familia.
Un adolescente mató a quemarropa a su tío materno el Día de Reyes tras llamarle la atención y echarlo del hogar luego de sorprenderlo golpeando a su pareja, que tiene dos meses de embarazo.
Anoche, la procuradora de Menores, Mónica Pérez, determinó que se le radicaran cargos como adulto al menor de 16 años por asesinato en primer grado e infracción a la Ley de Armas en el Tribunal de Río Grande.
La tragedia se escenificó el miércoles, a las 3:56 p.m., en el sector Los Torres del barrio Cambalache, en Canóvanas, donde está ubicado el hogar de la abuela materna del joven. Allí vivía hacía varios meses con su pareja, también de 16 años de edad.
Eddie Noel Torres Pérez, de 40 años, vio a su sobrino cuando le dio dos puños a la jovencita, con la que convive, y molesto por su actitud le pidió que recogiera sus pertenencias y abandonara el hogar de su abuela.
Sin embargo, en lugar de deponer su actitud agresiva, el jovencito desenfundó un arma ilegal y le hizo cinco disparos sin inmutarse.
“Le dio dos puños a la muchachita y él (su tío) le dijo: 'Se van de aquí porque esto no puede seguir ocurriendo', y dio un manotazo contra la mesa. Él (adolescente) le disparó a quemarropa cinco tiros”, narró Isander Torres Pérez, hermano del occiso y tío del matador.
Tras dispararle a su tío, el adolescente salió corriendo de la casa y su pareja se encerró en la habitación a punto de un colapso nervioso tras ver la cantidad de sangre en la escena.
“Él (sobrino) está desorientado, no está muy bien. Después que lo mató, se fue y volvió y lo cogió en los brazos y le dijo: 'Tío, tío… ¿qué te hice?... lo maté'”, relató Isander, aún incrédulo por la tragedia que les ha tocado vivir.
Al momento del crimen, frente a la residencia se encontraba el hijastro del occiso, quien le gritó: “¿Qué tú hiciste?”.
Cocinando en un fogón, en la parte posterior de la residencia, estaba su madre.
“Mami oyó los tiros, ella dijo: 'Mató a la muchachita'. Eso pensó, porque él (adolescente) le daba a la muchacha”, agregó el hermano del occiso.
La víctima era el menor de seis hermanos y estaba a cargo de manejar asuntos financieros de la familia. A diario visitaba la casa de su madre, donde le atendía los animales de granja, se tomaba su café y se iba a trabajar a una fábrica de gabinetes.
En las tardes compartía con su sobrino, hijo de su hermana mayor. Jugaban dominó y briscas. El sábado había planificado un encuentro familiar en el que el menú eran ñames, que él extrajo de la finca, con carne frita de cerdo, recordó con nostalgia Isander.
Presuntamente, el menor, que había abandonado la escuela y que trabajaba como barbero en la marquesina de la casa de su abuela, botó el arma de fuego, que aún no había sido localizada.
Su padre, Héctor Miranda, lo entregó a la Policía.
“Siempre estaba aquí y a veces se lo llevaba pal trabajo. Yo no sé cómo ese muchacho se le metió esa malicia. Son dos nenes con 16 trapos de años, pero él tenía guille de hombre. Son cosas que el diablo se le mete por dentro”, comentó.
Los abuelos del menor, que se encuentran mal de salud, han caído en crisis nerviosas.
“Ahora con esto, vela que no duran mucho”, comentó con preocupación.
Carmen Maldonado, vecina del lugar, quien considera a los infortunados como su familia, recordó que recientemente intentó aconsejar al jovencito para que regresara a la escuela.
“Yo me puse a aconsejarlo porque había desertado de la escuela. Él se quería ir fuera (Estados Unidos). Son cosas que calan profundo, uno se queda sin habla. Puerto Rico está destruido totalmente”, sentenció la mujer.
Su hijo, Rubén Medina Maldonado, con sus ojos llorosos, declaró que en la Biblia están profetizadas las situaciones de violencia que están azotando al país y al mundo entero.
“Es un duro golpe para nosotros porque somos vecinos, nos criamos juntos y ocurrir en el Día de Reyes… anoche no dormimos”, declaró.